miércoles, 13 de octubre de 2010

THIS IS NOT HERE


La música, la escultura, las imágenes (en movimiento o no), la danza… cualquier tipo de explotación del medio o del individuo mismo con fines de expresión conforma aquello que llamamos arte. Cada época está marcada por un modo de transmisión de la intención que caracteriza a todas esas formas de arte. Y cada época está representada por una serie de personajes que si son capaces de asumir las circunstancias de la sociedad en la que se mueven y sintetizarlas de un modo que logren entrar en consonancia con los individuos que la configuran, adquieren la capacidad de influir en la conciencia social y, consecuentemente, en el transcurso de la historia, dejando en ella su huella.

Pero hay algo más. Cuando el hombre se convierte en icono. Cuando se apropia de una identidad y se transforma en la personificación de una idea, logrando que cada vez que se le invoca, reverbere el sonido de su realidad asociada, y que cuando este concepto se manifiesta, se denuncia o se exige, su nombre se exponga como bandera de todo lo que ello representa. Es decir, cuando el hombre transciende de su propia naturaleza y se graba en nuestra conciencia como la representación de algo más universal, hasta el punto de que incluso sus no contemporáneos, todos los que vinimos después, lo asumimos como tal.

Hay gente extraordinaria que sabe hacer de un mensaje su vida y de su vida, un mensaje. ¿Quién decide cuánto tiempo permanecerán esos iconos en nuestra memoria? ¿Cómo establecer el período en que nuestra cultura, en constante evolución, seguirá considerando válidos esos principios?

Pues bien, cuando ese mensaje es la libertad y la no violencia, entonces esas palabras y ese hombre deberían recordarse para siempre.

Imagine, http://www.youtube.com/watch?v=okd3hLlvvLw

Give peace a chance, http://www.youtube.com/watch?v=AeDocgPpGd4&feature=fvst

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