sábado, 6 de noviembre de 2010

JUEGO DE NIÑOS

Ahora entiendo por que los padres no se cansan de inmortalizar en papel fotográfico a su prole…


Una foto que aunque no lo parezca surge de entre las 432 fotos que tomé en un día para un trabajo de urbanismo. Una entrega ésta que enfoqué alrededor de una descripción de Italo Calvino presente en su libro “Las ciudades invisibles” y cuyo único fin era poder describir la ciudad de Valencia a través de sus dos cotas más antagónicas, la cota de skyline y la cota cero, y que son tratadas como distintas versiones de una misma realidad en la ciudad de Zemrude de Calvino:

“LAS CIUDADES Y LOS OJOS”

“Es el humor de quien la mira el que da su forma a la ciudad de Zemrude. Si pasas silbando, la nariz cerniéndose al compás del silbido, la conocerás de abajo arriba: antepechos, cortinas que se agitan, surtidores. Si caminas con el mentón apoyado en el pecho, las uñas clavadas en las palmas, tus miradas quedarán atrapadas al ras del suelo, en el agua que corre al borde de la calzada, las alcantarillas, las raspas de pescado, los papeles sucios. No puedo decir que un aspecto de la ciudad sea más verdadero que el otro, pero de la Zemrude de arriba oyes hablar sobre todo a quien la recuerda hundido en la Zemrude de abajo, recorriendo todos los días los mismos tramos de calle y encontrando por la mañana el malhumor del día anterior incrustado al pie de las paredes. Para todos, tarde o temprano, llega el día en que bajamos la mirada a los tubos de los canalones y no conseguimos volver a despegarla del pavimento. No está excluido lo contrario, pero es más raro; por eso seguimos dando vueltas por las calles de Zemrude excavando con los ojos debajo de los sótanos, de los cimientos, de los pozos.”

Al final de mi trabajo, concluí que Valencia se asemeja a Zemrude en numerosos aspectos, pero la rebate en incluso más si cabe (sobre todo en lo que respecta a la cota cero de la ciudad).

De entre las sorprendentes cosas que encuentras si bajas la mirada al suelo valenciano, lo que más me llamó la atención y mejor quedó patente en mis fotografías fue la simplicidad con la que los ciudadanos de menor cota hacen uso del urbanismo menos ambicioso y que pasa tan desapercibido para los adultos.
Un encuentro entre paredes se convierte en un pretexto para jugar al escondite, una rampa en un tobogán, unos simples escalones en trampolines…

O en el caso de la foto que nos ocupa, una plaza (plz. de la Virgen) llena de palomas (de las cuales huiría más de un adulto que conozco) constituirá uno de los grandes recuerdos que quedaran grabados en la memoria de esa niña extranjera, y que subconscientemente cuando crezca creará su concepto de esa ciudad española que visitó cuando era niña.


No son necesarias potentes intervenciones, modificaciones ó codiciosos proyectos por que lo cierto es que un niño puede hacerte sentir el más orgulloso proyectista de un simple escalón.

2 comentarios:

  1. Es simplemente preciosa, y totalmente acertada, tu entrada, María. ¡Me encanta! El urbanismo menos ambicioso, los pequeños grandes protagonistas.
    Y además, ¿acaso no es verdad? La ciudad es ciudad porque se vive, ¿y quién dice que esa interpretación tiene menos importancia? De hecho, es mucho mejor

    ResponderEliminar
  2. Una vez se me ocurrió darle una cámara a mi hijo cuando tenía unos cinco o seis años y le dije que hiciera fotos de nuestra casa. De repente la vi de un modo completamente distinto. Descubrí cuál era su perspectiva y su mirada infantil de un espacio doméstico. Me ha gustado muchísimo la imagen y la reflexión. De Calvino he leído algunas cosas. Me encanta, pero tengo pendiente el texto que citas... y que me ha recomendado más de un arquitecto.

    ResponderEliminar