Todas las culturas presumen de generaciones doradas. Circunstancias que potencian, en un determinado espacio-tiempo, las capacidades de unos individuos geniales que comparten un rasgo común muy curioso: su contemporaneidad. Tuvimos nuestro Siglo de Oro, y nos exhibimos ante el mundo con nuestra Residencia de Estudiantes.
Actualmente ésta, el edificio (conjunto de edificios) en concreto, no es más ya que el estandarte de lo que fue, el recuerdo del punto álgido del intelectualismo español, del intelectualismo universal. Sin embargo, Lorca, Dalí, Juan Ramón Jiménez, Severo Ocho, Ortega y Gasset, Unamuno, Pedro Salinas, Alberti... con su grandeza, su fuerza, su genialidad y su carácter, han grabado en ella su presencia, han concedido a un edificio un valor que va más allá de la mera condición de museo, que habla de la conquista moral y cultural, en un espectro tan amplio como puede abarcar la mente humana.
Esta exposición dura todo este año en conmemoración al Centenario de la Residencia, inaugurada en 1910 y clausurada por primera vez en 1936 con la Guerra Civil, período histórica en que estos eruditos sufrieron persecución y muchos fueron arrancados de sus raíces. Actualmente la residencia se encuentra abierta con la misma motivación que antaño: crear un "caldo cultivo" en el cual todos los que se encontraran ávidos de saber, de vivir la vida en plenitud y desarrollar al máximo sus capacidades pudieran crecer y relacionarse unos con otros.
De hecho, la muestra, que comienza con una línea del tiempo que refleja todos los acontecimientos históricos que han marcado el pasado y el presente de estas edificaciones, nos acerca a la más estricta intimidad de los estudiantes de la época gloriosa, enseñando a cuantos quieran acercarse a verlo la forma de vida de los genios.
La habitación, por ejemplo, estrecha, con una cama, una mesa y una silla, nos demuestra su austera existencia.
Los jardines, que fueron fuente de inspiración de poetas y maestros de la lengua como Juan Ramón Jiménez, cuya voz podemos oír aún entre la vegetación, literalmente. Una instalación recoge y difunde su voz, desarrollando lo que una vez ocurrió allí mismo: el poeta paseando, plantando y cuidando un jardín que aún hoy se conserva.
Los laboratorios, donde se desarrolla el resto de la exposición, y que fueron la cuna de Severo Ochoa y su proyección mundial.
Pero la exposición no gira únicamente en torno a la existencia de los estudiantes, sino también a la propia Residencia. Su deseo de crear individuos mucho más intensos, capacitados para VIVIR con mayúsculas, y de derrumbar las barreras entre letras y ciencias, proclamando que el hombre cultivado lo es sin límites. Le Corbusier, Curie, Einstein, son sólo una pequeñísima muestra de aquellos grandes símbolos universales que decidieron, a raíz de todo esto, compartir su saber con los residentes, y beber del suyo.
Todo esto aderezado, por si no fuera poca la emoción de encontrarte en un lugar tan significativo, donde convivieron grandísimas figuras españolas (¡cómo lo haremos, que por mucho que nos definamos como seres racionales, que hasta al más frío y escéptico se le pone la piel de gallina ante la presencia silenciosa de estos nombres!), con información que, si entraste consciente del valioso suelo que pisas, hace que salgas no sólo algo más culto, sino también mucho más emocionado.
Una experiencia que supera aquellas exposiciones que requieren una primera toma de contacto a través de la materia y se sitúa en un plano trascendental.
"Lo que más necesitan, aún los mejores de nuestros buenos estudiantes, es mayor intensidad de vida, mayor actividad para todo, en espíritu y en tiempo: trate de sentir más, pensar más, querer más, jugar más, dormir más, comer más, lavarse más, divertise más"- Francisco Giner de los Ríos (1887)
Magnífica frase de Giner de los Ríos. Fue una figura importantísima que no deberíamos olvidar. Me alegra que te gustara la experiencia de la visita y de la exposición.
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