lunes, 10 de enero de 2011

Lorca, Dalí, la Residencia de Estudiantes y el valor de la amistad


Con motivo del Centenario de la Residencia de Estudiantes, aparece una exposición de gran interés que nos describe la dimensión más personal de dos grandes personajes de este tesoro cultural español, el lazo de amistad que nació entre Dalí y Lorca, fruto de su forma de comprender la realidad en la que vivían, y que marcó su existencia y desarrollo intelectual, a pesar de que terminó de manera dramática por el mismo motivo que surgió: su forma de afrontar las circunstancias que les fueron asignadas.
Desarrollada en el Caixa Forum, edificio que se sitúa también en ese eje cultural que es la Castellana, nos conduce a través de un circuito cronológico que nos muestra los modos de expresión de ambos artistas antes de conocerse, durante la evolución de su vida en común y tras su separación definitiva. El recorrido no el es habitual, es decir, no se trata de grandes salas consecutivas, sino que se basa en un itinerario cuasi laberíntico, que enfatiza esa sensación de estar caminando sobre los recuerdos de una vida real, sobre la trayectoria personal de dos individuos. Además, han recurrido a dos formas de expresión comunes a ambos personajes (dibujos y escritos), modos que nos permiten realizar una comparativa, previa y posterior, así como conocer su trabajo intelectual en común.
Como primera parada, comprender qué aportó cada uno a la Residencia el momento de llegada, sus métodos primitivos de reflejar su vida interior. Paradójicamente, los dibujos y escenografía de Lorca, las cartas de Dalí a su tío (sujeto importante en la vida del pintor).
A mediada que avanzamos, somos testigos de cómo nace y crece esa amistad entre los artistas. Con un rasgo en común muy concreto y potente, su acidez, su capacidad crítica, se unen a la hora de realizar escritos y manifiestos que denuncian hechos concretos de la realidad contemporánea, y, lo que es más sorprendente, señalan a personajes importantes dentro de la sociedad, tanto por su inteligencia como por su papel dentro de ella, sin dejar escapar un sólo hecho que ellos considerasen mínimamente relevante. Se configuraron como jueces de todo y de todos, como un tono satírico y burlón, haciendo alarde de esa herramienta tan preciada: su capacidad intelectual (¿o acaso no es obvio que una capacidad de crítica tan grande, valiente y coherente no se deriva necesariamente de ello?)
Su amistad alcanza el punto álgido cuando realizan un viaje muy importante para ellos, a un pueblo de las costas catalanas, donde vivía el tío de Dalí ya mencionado (pueblo que, por lo que me comentaron, fue también muy influyente en Picasso). Este hecho también conforma en sí misma una parte concreta de la exposición.
Un paso más, nos encontramos en el espacio dedicado de las grandes corrientes de la época. Artículos de L'Esperit Nouvo (revista editada por Le Corbusier), ejemplos de cubismo... realidades artísticas que también generaron una opinión concreta de éstas dos mentes maravillosas, rechazando abiertamente ciertos aspectos y alabando otros.
Pero toda esta puesta en común de sus capacidades intelectuales y de su fuerza de carácter no garantizó su eterna lealtad. El mundo cambiaba, España cambiaba de manera todavía más brusca,brutal y evidente, y Dalí cambió con él, se adapta al ritmo de variación, pero Lorca no. Esto se deriva es un debate de opiniones totalmente opuestas, lo que, para dos personas que hacen de la radicalidad de su pensamiento su definición, concluye en el fin de su relación.
Sin embargo, qué bonita es la amistad. ¡Qué importantes y definitivos son para cada uno de nosotros los vínculos que establecemos con otros seres humanos! Sobre todo si lo que hemos compartido ha sido la opisición frente al mundo, la lucha frente al convencionalismo.
Como punto final a la exposición, nos llevamos una moraleja preciosa. Observamos la trayectoria de Lorca y de Dalí, por separado. Observamos sus reflexiones, sus ideas. Son absolutamente diferentes, extremos (¿cómo no?) opuestos. Pero, para sorpresa del espectador, los dibujos son prácticamente la misma cosa: opiniones contrarias, conclusiones gráficas gemelas. Quizá si ellos lo hubiesen sabido, habrían sonreído como lo hicimos todos nosotros, comprobando como la forma de lenguaje más elemental puede compartise, quedando la opisición moral relegada a un segundo plano.

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